Publicado por ElCiudadano.com
El parlamentario del Frente Amplio se suma al rechazo que ha generado el cierre de la causa por el crimen en contra del trabajador subcontratista en manos de la policía, ocurrido en 2015 en El Salvador. Una brutal experiencia vivida como dirigente estudiantil justifica su malestar.
Indignación ha causado el cierre sin responsables de la causa por el asesinato del trabajador subcontratista de Codelco, Nelson Quichillao, quien el 24 de julio de 2015 fue tiroteado por miembros de Carabineros, en el marco de una protesta de trabajadores subcontratistas de Codelco en El Salvador.
Junto a la familia de Quichillao y sus compañeros agrupados en la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), quien también se ha pronunciado al respecto es el diputado del Frente Amplio, Jorge Brito (RD). A Nelson Quichillao lo une un nombre: Marco Guerrero Martínez, el sargento de Carabineros sindicado como el responsable del crimen del trabajador minero. El mismo policía que -asegura Brito- lo golpeó brutalmente el 2013, cuando en su calidad de dirigente estudiantil participaba en una manifestación en la Universidad Técnica Federico Santa María en Valparaíso.
En ese entonces a Brito lo detuvieron los policías, tomándolo por el cuello y asfixiándolo con un polvo químico que le lanzaron directo a la cara. “En el interior del bus de las Fuerzas Especiales de la Séptima Comisaría de Valparaíso, comenzaron a golpearme. Un carabinero al que pude identificar como Marco Guerrero Martínez me tiró al piso y puso sobre mi cuello su rodilla y me empezó a golpear y ahorcar, mientras otro me daba patadas. Me insultan, luego de reconocerme como dirigente”, señala Jorge Brito en conversación con El Ciudadano.
Y advierte: “El asesinato de Nelson Quichillao se habría evitado si la justicia hubiera llegado a tiempo”.
– ¿Qué le parece que se cierre la investigación del asesinato de Nelson Quichillao?
Creo que con esto probamos que en nuestro país hay ciudadanos de primera y segunda categoría. Nelson tenía que apellidarse Quichillao para que la Justicia decidiera no perseverar en la causa, y probablemente si su apellido hubiera sido otro, el resultado sería distinto. Pero sobre todo acá también hay responsabilidades institucionales, políticas. No puede ser que Marco Guerrero Martínez, sargento primero hoy en servicio activo en la Primera Comisaría Norte de Playa Ancha, en Valparaíso, siga acumulando muertes, siga acumulando abusos y torturas. Aquí está con un arma patrullando la ciudad.
Carabineros y el general director, Hermes Soto, han manifestado traer nuevos aires para la institución. Yo me pregunto si en esos ‘nuevos aires’ está considerado el control, la sanción a quien abusa, a quien agrede, incluso a quien mata, como es en este caso Marco Guerrero Martínez.
Es increíble cómo en nuestro país, con todas las atrocidades que ocurrieron en dictadura, hayamos normalizado la tortura y el asesinato. Que hayamos normalizado que los culpables anden libres como si nada hubiera pasado, cuando tenemos una familia destruida, un trabajador subcontratista asesinado por una bala que percutó un funcionario de Carabineros, el mismo funcionario que yo puedo asegurar que representa un peligro para la sociedad y que no debiera poseer la autoridad de andar patrullando y velando por la seguridad ciudadana. ¿A quién le estamos entregando esa responsabilidad?
– ¿En su caso, usted lleva 5 años esperando que se haga justicia?
Sí, y la Justicia Militar ha intentado cerrar la causa en cuatro oportunidades. Yo he insistido, estoy agotando todas las instancias. Justamente la semana pasada tuve una diligencia en la Corte Marcial, y no me voy a cansar, si no nos cansamos antes menos lo vamos a hacer ahora. Vamos a agotar hasta el último recurso por obtener justicia, no solo por lo que a mí me tocó vivir, sino que por otros casos también, como el de Nelson Quichillao, que hoy goza de total impunidad.
– Usted denunció al carabinero Marco Guerrero Martínez
Sí, me detuvieron en el frontis de la Universidad, fui el único detenido. Yo era dirigente de la Universidad Técnica Federico Santa María y me dieron una pateadura muy fuerte. Quedé con una contusión testicular y escrotal de mediana gravedad, con siete puntos en el mentón, daño en la columna y distintos hematomas y moretones. Constaté lesiones y el Servicio Médico Legal (SML) también aplicó el Protocolo de Estambul. Los funcionarios de Carabineros tras haberme golpeado, me obligaron a desnudarme completamente, a marchar, a hacer sentadillas, y me hicieron algunas preguntas en torno a unos ‘avisos de bomba’ en la Universidad. Puse una denuncia en un Juzgado de Garantía, que derivó a la Justicia Militar, y desde ese día, el 13 de junio de 2013, estamos exigiendo justicia, aún sin éxito.