Por Bernardo Berger Fett
Diputado de la República
Hace unos días, invitado por las damas voluntarias, conocí en profundidad el trabajo de acompañamiento que realizan en favor de los enfermos de cáncer en el Hospital Regional. Como en otros frentes de la vida social, un loable compromiso de servicio, la mayor de las veces anónimo, del que también participan equipos clínicos y las familias de los afectados cuando éstas existen.
Pero el esfuerzo a nivel país lamentablemente no está bastando, pues nos enfrentamos a una de las enfermedades más agresivas entre los chilenos, que obliga con urgencia a un acuerdo nacional que involucre a todos: pacientes, familias, trabajo; investigación y aplicación científica, farmacéutica y desarrollo clínico; educación formal e informal; prevención temprana.
Traigo esto a colación de la reciente firma del Proyecto de Ley del Cáncer y del Plan Nacional, iniciativa presidencial que valoro, destaco y aplaudo, que pretende abordar de manera transversal e integral la patología que hoy ocupa el segundo lugar entre las causas de muerte en Chile.
Los números actuales no son auspiciosos. Según Globocan, al 2020 será la primera causa de no actuar. Aún más: antes que termine el año 28 mil compatriotas habrán muerto por cáncer y 50 mil serán diagnosticados.
Por eso es bienvenido este proyecto que implica la decisión de elevar el cáncer al nivel de problema salud pública prioritaria, y mediante una serie de acciones permanentes y debidamente financiadas, instalará las condiciones para disminuir los factores de riesgo mediante prevención y la educación, pero fundamentalmente para enfrentar el tratamiento y la eventual mortalidad.
Asumir el compromiso contra el cáncer desde lo legislativo significa entenderlo como un problema social, que impacta duramente al entorno familiar del paciente: sus relaciones emocionales, de apego, financieras, laborales, previsionales, incluso espirituales.
En lo inmediato, el acento en la prevención primaria, en la educación y en la entrega de servicios asistenciales oportunos. En lo de fondo, una reingeniería al sistema oncológico, desde la detección, el tratamiento, cuidados paliativos y cobertura, más centros especializados a lo largo de Chile y el reforzamiento de aquellos referenciales, como Valdivia.
Al final, con el cáncer no hay secretos: detectado a tiempo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.