José Navarrete Oyarce
Director Magíster en Tributación Universidad Andrés Bello
Como es de público conocimiento, se ha rechazado la idea de legislar en torno a la Reforma Tributaria impulsada por el actual gobierno. Sin duda, ha sido un profundo golpe para el Presidente Boric, toda vez que una parte importante de sus promesas de campaña, requieren del financiamiento que esta reforma iba a proveer.
Si bien hay un tema político profundo, es necesario reflexionar sobre los aspectos más técnicos de la reforma, para tratar de entender cómo estos conceptos se plasmaron en el debate político nacional.
En función de esto, y en mi opinión, primó un sentido político más que técnico, puesto que se desechó “la idea de legislar”, vale decir, se cerró la puerta para cualquier debate o modificación de la reforma enviada, procedimiento que es vital en nuestra democracia. Sin ir más lejos, en las últimas reformas tributarias, tanto la de Piñera como la de Bachelet, el Legislativo realizó un intenso trabajo de análisis, modificación y mejoras de los proyectos originales. Lamentablemente, este proyecto no tuvo mucha oportunidad de debate.
Desde el punto de vista técnico, la reforma no potenciaba el crecimiento, prueba de ello era la propuesta de impuesto al stock de patrimonio, o impuesto a los súper ricos, que se habría transformado en un incentivo mayor para la salida de capitales del país. En esa misma línea, el aumento del impuesto global complementario para las rentas más altas, si bien parecía una medida efectiva, se estima que su impacto sería marginal respecto a la recaudación total. También fue un punto polémico la rebaja de los arriendos como gastos para efectos de determinar la base imponible, toda vez que eso obligaba a declarar los arriendos percibidos como ingresos, gravando a una parte de la clase media que ha visto en la inversión inmobiliaria una alternativa para mejorar su situación económica.
A pesar de que esta reforma pretendía equilibrar los tributos nacionales respecto al resto de los países de OCDE, y con ello financiar un estado de bienestar similar a los países desarrollados, no se debe perder de vista que estamos en un país en vías de desarrollo, una economía emergente, por lo que, desde mi punto de vista, esta reforma, lejos de ayudar, habría generado una problemática mayor, disminuyendo la inversión y por ende la actividad económica nacional. A modo de ejemplo, se tiene la reforma implementada por Michelle Bachelet, la que finalmente recaudó mucho menos de lo planificado dada la contracción económica que provocó.