Por Egon Montecinos Montecinos
Decano FACEA UACh
El escenario es difícil para la descentralización porque ante estos hechos, se ha respondido de dos maneras que hacen pagar a justos por pecadores.
Primero, la respuesta más natural del Estado, ha sido por parte del ministerio de Hacienda, quien emitió la conocida circular 20, que establece restricciones que en la práctica imposibilitan apoyar algunas actividades que son de relevancia regional y local. Apoyar a la mejor ajedrecista de la región para que participe en campeonatos internacionales, o apoyar al festival de cine de Valdivia es un “tema región” no es un “tema país”.
Situaciones como estas se repiten en todas las regiones de Chile. Este instructivo equivale a pegar un disparo a la bandada, de tal magnitud, que caerán más ángeles que los propios demonios que efectivamente hay que erradicar de la gestión pública. Cabe entonces la pregunta, ¿cómo el Estado, a través de los gobiernos regionales, apoyará a talentosos deportistas, o actividades estratégicas para regiones con estas restricciones que no distinguen la paja del trigo? El espíritu de la medida de Hacienda es el correcto, la operatoria de la medida se podría definir en jerga futbolística como una jugada con “fuerza desmedida”.
El segundo camino, es lo que en el mundo campesino se conoce como “arrastrar el poncho”. En el campo se hace alusión a esto, cuando no quieres hacer algo con agrado, pero estás obligado a hacerlo, como consecuencia buscas cualquier excusa para detenerlo o no hacerlo. Fue así como pareciera que a raíz del caso convenios se ha aprovechado de enfriar o ralentizar la discusión legislativa sobre algunas medidas, como la de rentas regionales, la eliminación de la figura del delegado presidencial regional, o la necesidad de fortalecer a escala subnacional los mecanismos de coordinación intergubernamental en favor de gobiernos regionales. En el plano político electoral, se ha pretendido asociar o insinuar de manera antojadiza sin ninguna evidencia empírica y teórica, que avanzar en descentralización está relacionado con posibilidades de mayor corrupción. Esto último es absolutamente contrario a lo que muestra la evidencia empírica, dado que los países que hoy gozan de mayor confianza ciudadana a instituciones públicas y tienen menos tasas de corrupción política en el mundo, son países altamente descentralizados.
Desde que en el segundo gobierno de la presidenta Michelle Bachelet se inició la discusión sobre la elección de gobernadores regionales, siempre se planteó que el proceso sería complejo y no estaría exento de dificultades. Sin embargo, esperamos que este nuevo encuentro de Agorechi sirva para recuperar el foco de lo que el proceso de descentralización realmente implica. El proceso implica “hacer mejor” las cosas que en contextos de centralismo, pero por sobre todo no debemos olvidar que implica pérdida de poder del nivel central de gobierno en favor de los gobiernos subnacionales. Esto último naturalmente produce tensión porque las instituciones que ostentan atribuciones en la actualidad, en contextos de descentralización perderán poder en favor de los nuevos actores políticos que están configurando la genuina representación de los intereses regionales.
Ojalá que en esta reunión se focalicen los combos, que no paguen justos por pecadores, y que se retome con más fuerza el genuino compromiso del presidente de la república Gabriel Boric por avanzar con el proceso de descentralización.
Al igual que Miguel Barriga, quien desde Valdivia con la banda “Sexual Democracia” en los 90 nos interpelaba con una de sus canciones más icónicas a evitar que la regionalización sea un simulacro (…regionalización donde quedó esa cuestión, una linda verdad en el mapa), muchos esperamos que después de este encuentro de Agorechi, con reflexiones a orillas del río Valdivia o del río Calle Calle, la consigna y el consenso sea que “la descentralización se perfecciona, pero no se detiene”.
