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lunes, septiembre 16, 2024

Viruela del Mono: La necesidad de una respuesta internacional coordinada y eficaz

Por María Jesús Hald, epidemióloga de la Facultad de Medicina UNAB y directora de la Sociedad Chilena de Epidemiología.

En un mundo que aún lidia con secuelas de la pandemia de COVID-19, la aparición de una nueva cepa de viruela del mono ha generado preocupación global. Históricamente limitada a regiones específicas de África, la viruela del mono ha dado un salto inesperado hacia otros horizontes, obligándonos a reflexionar sobre nuestra capacidad para enfrentar una posible pandemia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 14 de agosto este brote de viruela símica como una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII). Declaración que responde a la rápida propagación del virus en el Congo y países vecinos como Burundi, Kenya, Rwanda y Uganda. La nueva cepa presenta una letalidad significativamente mayor, elevándose desde un 0,02% a un 3,5%. Incremento que exige una respuesta internacional coordinada y eficaz.

El virus de la viruela del mono, similar al de la viruela humana erradicada en 1980, se transmite principalmente a través de roedores y primates, pero también puede infectar a los humanos. Los síntomas incluyen fiebre, dolores musculares, fatiga y una erupción cutánea característica. A diferencia de otros virus de preocupación global, como el SARS-CoV-2, la viruela del mono no afecta el sistema respiratorio, lo que limita en cierta medida su transmisibilidad, pero no su peligrosidad.

Aunque algunos medios han difundido información incorrecta al sugerir que la transmisión es exclusivamente sexual, el virus puede transmitirse por contacto directo con secreciones y mucosas, incluidas las de las vesículas cutáneas, lo que pone en riesgo a poblaciones vulnerables, como los niños, por ejemplo.

En Chile, el Comité Asesor en Vacunas y Estrategias de Inmunización (CAVEI) ha emitido recomendaciones específicas sobre la vacunación contra la viruela símica, priorizando la inmunización de contactos cercanos de casos confirmados y personas en riesgo de exposición ocupacional. Estas medidas son esenciales para mitigar el impacto de posibles brotes y proteger a la población.

Sin embargo, La rápida evolución y dispersión de los virus desafían las fronteras físicas, evidenciando la necesidad de una coordinación global más efectiva. Aunque la pandemia de COVID-19 resaltó la importancia de la cooperación internacional, aún falta mucho para lograr un sistema de salud global eficiente. Además, debemos priorizar la investigación en enfermedades menos comunes, como la viruela del mono, ya que su mutación y expansión pueden tener consecuencias devastadoras si no se abordan a tiempo.

El resurgimiento de la viruela del mono y la aparición de una cepa más letal son un recordatorio claro de nuestra vulnerabilidad frente a la naturaleza. No debemos esperar a que una enfermedad se convierta en una crisis mundial para actuar. La inversión en investigación, el fortalecimiento de los sistemas de vigilancia en salud y la promoción de una cooperación internacional efectiva son esenciales para enfrentar tanto las amenazas actuales como las futuras. El costo de la inacción podría ser demasiado alto para permitirnos el lujo de ignorarlo.

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