Por Dr. Franco Lotito C.
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
No cabe duda alguna, que tal como muy bien lo destaca el Dr. Javier Urra, pedagogo y terapeuta de origen español, estamos viviendo en una “sociedad de consumo”, donde existe “una sobresaturación de regalos materiales”, lo que, en rigor, se traduce en que los adultos tienden a “obsequiar muchas más cosas de lo que es necesario y más de lo que la emotividad de un niño puede aceptar”.
Los padres que desean llevar a cabo una sana crianza de los hijos, deberían tomar en consideración que un exceso de presentes y regalos materiales durante la infancia podría traer consigo una serie de consecuencias negativas en los niños, y terminar generando una situación que preocupa mucho a los expertos, a saber, el “síndrome del niño híperregalado”, es decir, aquel niño, que aún no ha terminado de abrir uno de los regalos, cuando ya desea febrilmente abrir el siguiente, rasgando con ansiedad y rapidez el papel que lo envuelve. Esta es una imagen que se está repitiendo en muchos hogares, especialmente –aunque no exclusivamente– durante las fiestas navideñas.
De acuerdo con expertos en el tema como el Dr. Urra, el exceso de regalos tiene una serie de consecuencias, tanto inmediatas como así también en el largo plazo. Es así, por ejemplo, que en el corto plazo los niños muestran la tendencia a no valorar los regalos y a perder la ilusión. En este sentido, la pérdida –o la falta de ilusión– puede convertirse en una experiencia complicada para la salud mental del menor, ya que en ella se combina el deseo de alcanzar un objetivo conjuntamente con la creencia de que es posible lograrlo, y cuando esto falta, ello conduce a diversos problemas emocionales, tales como la ansiedad, la ira, la decepción o la tristeza.
Sin embargo, las consecuencias más relevantes, a saber las emocionales y psicológicas, éstas se harán sentir con fuerza en el futuro, debido al hecho que un exceso de regalos materiales en los menores puede terminar con los niños(as) desarrollando una personalidad exigente y con dificultades para tolerar la frustración, es decir, un estado emocional que se produce, precisamente, cuando no se logra satisfacer los deseos, necesidades o las metas que la persona se ha fijado. La frustración se relaciona con la creencia de que el mundo debe girar en torno a los deseos y necesidades del sujeto, y que el sólo hecho de desear algo, ello otorga el poder para obtenerlo.
En este contexto, los niños híperregalados corren el serio riesgo de convertirse en adultos que le pedirán a la vida y a la sociedad mucho más de aquello que puedan recibir o encontrar. Paralelamente, la frustración que generan los excesos podría conducir a adolescentes y jóvenes a buscar atajos no aconsejables, con la finalidad de encontrar una satisfacción inmediata.
La razón es muy simple de comprender: estos individuos tienden a “ver el mundo desde una perspectiva egocéntrica”, es decir, con la firme “creencia que todo debe girar a su alrededor”. Son personas que se vuelven poco empáticas, en sujetos incapaces de comprender los deseos y necesidades de otros, en personas incapaces de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos y emociones.
Otra consecuencia de la sobrecarga de regalos materiales también puede convertir a los menores en sujetos posesivos, permitiendo que trasladen esa visión de posesividad a las personas de su entorno, es decir, ver a los demás como “meros objetos destinados a satisfacer sus deseos y requerimientos”, una condición que termina por dificultar y coartar la formación de relaciones afectivas profundas y saludables, lo que, a su vez, trae consecuencias en el ámbito personal y amoroso, donde la empatía, el respeto, al altruismo y la reciprocidad son factores fundamentales para efectos de construir relaciones sanas, tanto a nivel de pareja como así también a nivel laboral y social.
Ante esta realidad poco auspiciosa, los expertos en la materia han propuesto una serie de medidas con la finalidad de combatir este fenómeno, siendo la principal recomendación, la de limitar el número de regalos a sólo cuatro, lo que ha llevado a llamar a esta recomendación “la regla de los cuatro regalos”. ¿En qué consiste esta regla? Muy simple. La idea de fondo que sustenta a esta regla, es que el menor reciba: (a) un regalo que él desee, (b) uno que necesite, (c) uno para leer y (d) otro regalo para compartir o para aprender. Esta fórmula no sólo ayuda a reducir el consumismo propio de nuestra época, sino que fomenta en las personas valores como la gratitud, el hecho de disfrutar el tiempo que se pasa en familia y el aprecio por aquello que se ha recibido.
La asesora educativa y familiar a través del yoga, mindfulness y educación emocional, Ane Kerejeta, recomienda que los padres negocien con sus hijos en el momento de preparar sus lista de deseos, ya que de acuerdo con lo que esta experta indica, esta es una forma de ir educando y formando a los niños(as), y ella recomienda que uno de los regalos que se le haga al menor, sea uno que apunte a la “experiencia y que no tenga un carácter material, tal como, por ejemplo, una actividad para disfrutar en conjunto con los padres”.
Importante, asimismo, es que los padres regalen a sus hijos juguetes que puedan fomentar la creatividad, el juego libre y la interacción con otros niños. Ane Kerejeta destaca, asimismo, la necesidad de compartir tiempo con los hijos, ya que lo que se observa en los tiempos actuales, es que no hay mucha presencia de los padres en el juego y en el tiempo libre, a raíz del trabajo y la logística del día a día. Esta misma falta de presencia parental, termina compensándose con cosas materiales.
Por su parte, el Dr. Urra va un poco más allá y propone a los padres plantear al menor que regale uno de sus juguetes, por cuanto, realizar este tipo de propuestas forma y prepara a los niños a ser personas generosas.
El problema de los niños híperregalados, no es sólo una cuestión de carácter individual, sino un reflejo de una dinámica social que plantea una preocupación de carácter más profundo, a saber: ¿qué tipo de sociedad estamos construyendo?