Por Enrique Larre
Arquitecto
La manera en que nuestras ciudades crecen afecta directamente la calidad de vida, la economía y el medio ambiente. En Chile, el desarrollo urbano ha sufrido por falta de una planificación adecuada, reglas desactualizadas y un centralismo que limita a las regiones. Es urgente cambiar este enfoque y adoptar un modelo que combine la planificación del Estado con el apoyo a la inversión privada.
El Estado debe ser el principal motor de la planificación urbana, no un obstáculo. Su rol debe ser guiar y apoyar con reglas claras y eficaces. Los planes reguladores y las herramientas para organizar el territorio deben ser simples, flexibles y pensados para el futuro.
La descentralización es clave en este proceso. Las autoridades regionales y locales deben tener el poder de decidir cómo quieren que crezcan sus ciudades, sin depender de lo que se decida en Santiago. Darles más autonomía es esencial para que puedan diseñar su futuro.
Cuando las ciudades crecen sin control, el resultado son lugares con poco espacio, mala conexión, sin servicios adecuados y calidad de vida deteriorada. La sostenibilidad debe ser el eje central en la planificación, promoviendo ciudades compactas, bien conectadas y con áreas verdes.
Es necesario dejar atrás el modelo de expansión descontrolada y apostar por el mejor uso del espacio, promoviendo el transporte público y evitando la expansión desmedida. Esto ayudará a aprovechar mejor el terreno, reducir costos y hacer las ciudades más accesibles.
La inversión pública debe enfocarse en proyectos estratégicos que realmente aporten al desarrollo de las ciudades. No basta con gastar recursos, sino hacerlo de manera inteligente, priorizando lo más importante: infraestructura, servicios y conectividad.
La inversión privada es fundamental para el crecimiento de las ciudades. Para eso, hay que ofrecer incentivos, simplificar trámites y dar seguridad jurídica a los inversionistas. Una ciudad bien planificada es más atractiva para los empresarios y genera más empleo.
La planificación urbana debe ser vista desde una perspectiva integral. La modernización de las leyes, la descentralización y el uso eficiente de los recursos deben ser los pilares de cualquier plan de desarrollo.
Es importante que las decisiones en urbanismo no solo se basen en lo técnico, sino también en una visión estratégica para un país moderno, descentralizado y sostenible. Chile tiene la oportunidad de mejorar su modelo de desarrollo, pero para lograrlo, necesitamos abandonar la improvisación y apostar por planes a largo plazo que incluyan una planificación inteligente, inversión eficiente y colaboración entre el sector público y privado.
El futuro de nuestras ciudades y regiones depende de las decisiones que tomemos hoy. Un Chile con mejores ciudades y regiones más fuertes necesita un modelo de desarrollo urbano donde el Estado lidere la planificación, la inversión pública sea eficiente y la inversión privada se active con reglas claras.
Es hora de transformar la manera en que crecemos y nos desarrollamos. La planificación urbana es esencial para un país más justo, competitivo y sostenible.