Pamela Varas Zúñiga
académica de la Facultad de Enfermería de la UNAB Sede Viña del Mar
El sueño es tan relevante que consume la tercera parte de la vida del ser humano y se sabe que, la privación del sueño puede causar la muerte más rápido, incluso que la privación total de alimentos. La relación entre el sueño y la salud ha despertado un creciente interés en esta sociedad que evoluciona en lo tecnológico, laboral y en las relaciones sociales. Es en esta vorágine donde los problemas relacionados con el sueño hayan aumentado debido a la posibilidad de llevar a cabo, en cualquier momento del día o de la noche, actividades laborales, sociales o de ocio, y al incremento nocturno de la utilización de internet, la televisión y redes sociales.
Las alteraciones del sueño pueden presentarse incluso desde la lactancia, siendo un problema de salud por sí mismo o una manifestación de otra enfermedad como depresión o enfermedades neurológicas, endocrinológicas, toxicológicas, etc. No se debe dejar a un lado la participación de factores psicosociales en su causalidad.
Mantener un hábito de sueño inadecuado, ya sea por la calidad de este o por su duración, influirá negativamente en las funciones cognoscitivas, la concentración, la memoria, aprendizaje y tiempos de reacción; afectando además el humor y produciendo una conducta irritable. Mantener conductas que favorezcan la denominada higiene de sueño, contribuirá a mejorar la sensación de bienestar de los individuos.
La Higiene de Sueño es un conjunto de actitudes y hábitos que permiten conciliar el sueño profundamente. Se recomienda: no beber café o infusiones estimulantes al menos 4 horas antes de acostarse; evite la nicotina al menos 1 hora antes de irse a dormir; no consuma alcohol en las horas próximas a descansar, ya que si bien estas bebidas son depresoras del sistema nervioso central influyen negativamente en la calidad de sueño; no organice comidas copiosas antes de irse a la cama, tampoco vaya a dormir con hambre; no practique ejercicio intenso en las 2 horas previas a irse a la cama; mantenga el dormitorio ordenado (que la cama sea cómoda); preocúpese de que no haya una temperatura extrema en el dormitorio; líbrese de ruidos y luces durante la noche (la estimulación lumínica de las pantallas debería evitarse al menos 2 horas antes de ir a la cama); no utilice la cama para otras tareas que no sean dormir y mantenga horarios regulares de vigilia-sueño. En lactantes y niños instaurar una rutina de baño- alimentación- dormir, favorece la higiene del sueño.
Dormir le da al cuerpo y al cerebro tiempo para recuperarse del estrés del día. Después de una buena noche de sueño, usted se desempeña mejor y toma mejores decisiones. Dormir lo ayuda a sentirse más alerta, optimista y a tener una mejor relación con las personas.