Andrea Durán Zúñiga
Directora carrera de Trabajo Social, U.Central
El 26 de abril se celebró el Día Nacional de la Convivencia Escolar, una jornada en la que se pretende visibilizar la importancia de las relaciones interpersonales en las comunidades escolares, compuestas no solo por estudiantes y docentes, sino también por las familias y personal no docente. La convivencia escolar es mucho más que un conjunto de normas y sanciones, pues más bien hace referencia a las relaciones que se dan por parte de todos los integrantes de una comunidad escolar.
En este sentido, la Política Nacional de Convivencia Escolar (PNCE) promueve dentro de sus bases el trato respetuoso, la inclusión, la participación democrática y colaboración, así como la resolución pacífica y dialogada de los conflictos. La dificultad en este sentido radica en que las escuelas son un espejo de la sociedad y, por mucho que se promuevan valores como los señalados, si las familias y la sociedad en su conjunto no se alinean en torno a ellos, sólo desde la estrategia escolar, no será posible lograr mucho.
La búsqueda y promoción de una convivencia escolar armoniosa que favorezca los aprendizajes significativos y el rendimiento, así como prepare a los jóvenes para desenvolverse de buena forma en la vida cotidiana, es una tarea compleja y aún pendiente por parte de los equipos de convivencia escolar. ¿Por qué?, ¿qué se necesita para abordar de forma integral la convivencia escolar? Se necesitan más herramientas, equipos profesionales capacitados y actualizados; se requieren familias comprometidas e informadas, así como una red comunitaria que integre, incluya y moldee desde el ejemplo. Se requiere crear un espacio de confianza y seguridad. Para ello, es fundamental continuar con la investigación y acción desde la educación socioemocional, a fin de apoyar el trabajo de los equipos de convivencia escolar y, por lo tanto, desde allí formar ciudadanos inteligentes emocionalmente, capaces de gestionar sus emociones y con ello controlar sus acciones.
En síntesis, la invitación es a revalorar las emociones, así como su importancia en las relaciones interpersonales, para desde el conocimiento y el trabajo conjunto avanzar hacia una mejor convivencia humana.