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martes, octubre 22, 2024
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Las cosas que realmente necesitan los niños en la vida

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Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

Tanto los expertos en psicología y crianza de los niños, como así también diversos enfoques religiosos y posturas filosóficas de distinta índole, nos demuestran que hay ciertas cosas, sin las cuales a un niño se le hará muy difícil y dificultoso transitar por la vida, si no las aprende y desarrolla durante su niñez. La clave relacionada con este dilema radica en preocuparnos de enseñar aquello que resulta útil para las personas.

En función de lo anterior, es imprescindible que los padres, tutores y guardadores de los niños presten mucha atención a los elementos y factores que se indican a continuación y colaboren para que sus hijos las aprendan, desarrollen y cultiven ampliamente.

La primera de las cosas –y una de las más importantes– es hacer propio el valor o principio del “respeto por el otro”, ya que éste es, efectivamente, uno de los valores fundamentales que el ser humano debe desarrollar desde pequeño y que debe estar siempre presente a la hora de interactuar y de relacionarse de buena manera con las personas, animales y la naturaleza del entorno que rodea a este ser humano. El pensador y filósofo chino Confucio, decía que “si no hay respeto, no hay forma de distinguir a los hombres de las bestias”.

Lo segundo es el “control de impulsos”, por cuanto, de acuerdo con expertos como el Dr. Daniel Goleman y el Dr. Walter Mischel, sin este factor, jamás se podrá ser “inteligente emocionalmente”, siendo muy posible, que las relaciones interpersonales de estos niños cuando adultos, estén plagadas de errores y fracasos, ya que las personas con falta de control de impulsos, tienden primero a golpear y luego a reflexionar acerca de lo que hicieron.

Un tercer elemento es la “humildad”, y si bien, algunos ven a la humildad como una “debilidad”, esa visión o percepción de esta cualidad representa un craso e imperdonable error, ya que la humildad está lejos de hacer “débil a una persona”. Por el contrario, ella representa una gran fortaleza, especialmente, cuando se es capaz de reconocer los errores cometidos y se realizan las acciones necesarias para reparar el error o el daño que se ha hecho a otros. En rigor, ello requiere mostrar mucha valentía y coraje por parte de la persona.

El cuarto factor necesario para crecer y desarrollarse de una manera donde los valores juegan un rol relevante, es la “autoconciencia de responsabilidad”. Al respecto de este factor, la autora y escritora Christine Gross-Loh consigna en su libro titulado “Crianza sin fronteras” que ya con 15 meses los niños están en grado de desarrollar su capacidad de cooperar, y entre los 18 y 24 meses crece en ellos el deseo de ayudar en su entorno familiar y de poner “manos a la obra”. Tanto es así, que en ciertas culturas, los padres inculcan en sus hijos esta disposición a prestar su ayuda con los quehaceres del hogar, acordes, naturalmente, con la edad y la etapa de desarrollo en la que se encuentra el niño, para ir generando en ellos una “conciencia del deber y de la responsabilidad” consigo mismo y con los demás.

Un quinto e importante factor en la vida de los niños es el “aprendizaje de los principios éticos y valores morales”, principios que le permiten a los niños ser capaces de diferenciar aquello que es correcto de lo que es incorrecto, lo bueno de lo malo, en función de lo cual, su sistema de valores no dependerá del estado de ánimo del momento, sino que su conducta se regirá por principios que fueron internalizados desde pequeños y que prevalecerán, aun cuando el niño no esté siendo observado por algún adulto.

Llegados a este punto, resulta crucial plantearse la siguiente pregunta: ¿qué cosa, factor o variable puede predecir el éxito en la vida de las personas? Por mucho que uno quisiera destacar al coeficiente intelectual (C.I.) como aquel factor que hace la diferencia entre el éxito y el fracaso en la vida, éste, definitivamente, no es. Hay mucha gente con un elevado C.I. que terminan solas, amargadas, aisladas y frustradas. Algunas de ellas terminan, incluso, siendo criminales.

Lo que hace la diferencia –y lo que predice el éxito en la vida– se relaciona con aquellas personas que siendo niños aprendieron y fueron capaces de aplazar la gratificación inmediata, ya que de acuerdo con un estudio longitudinal de más de 30 años de duración hecho con cientos de niños por intermedio del “Test de la Golosina” (The Marshmallow Experiment) del Dr. Walter Mischel, se demostró que aquellos niños que fueron capaces de aplazar la gratificación y evitar comerse de inmediato los dulces ofrecidos por el experimentador, al llegar a la edad adulta tenían más éxito en la vida, ganaban –en promedio– más dinero, tenían un mejor estatus social, se divorciaban menos, se comprometían responsablemente con lo que hacían y evitaban tomar atajos que los podían conducir por el mal camino.

Digamos finalmente, que el objetivo final de todo ser humano es encontrar el propio destino, o mejor aún, crearlo uno mismo, en lugar de estar lamentándose y quejándose del destino que le tocó, o peor aún, que nos lo entreguen “en bandeja” y sin ningún esfuerzo por parte nuestra.

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