Por Egon Montecinos M.
Decano de FACEA UACh
El año 1992 se crearon los gobiernos regionales mediante la ley 19.175, en esa misma fecha se democratizaron las municipalidades a través de la elección directa de alcaldes y concejales. En el año 2005, se eliminó de la constitución el hecho de que Chile tenía12 regiones más la región metropolitana, el año 2007 se creó la región de Los Ríos y de Arica y Parinacota. Luego comenzaron una serie de reformas políticas a partir de la aprobada el año 2009 la cual permitió la elección de consejeros regionales el año 2013, hasta llegar a las leyes del 2017-2018 de transferencia de competencias y elección de gobernadores regionales.
No cabe duda de que ese conjunto de reformas, sumada a otras medidas administrativas de fortalecimiento de gobiernos regionales y municipalidades, han configurado el principal hito político en materia de descentralización, lo cual es que tengamos autoridades democráticamente electas en todos los niveles de gobierno.
¿Cuáles son los desafíos? El primero y más importante es perfeccionar los vacíos que quedaron de la reforma que permitió la elección de gobernadores regionales con la cohabitación de delegados presidenciales regionales. En este sentido, parece imperioso avanzar en la dirección de reducir las competencias de la autoridad regional designada, sobre todo porque además lleva consigo un compromiso presidencial.
Lo segundo es perfeccionar los mecanismos de control de la gestión en los gobiernos regionales, tomando como referencia experiencias positivas de control de la gestión, como la desarrollada en el gobierno regional de Los Ríos, la cual ha sido reconocida por diversos actores a nivel nacional.
Lo tercero es consolidar una distribución de los recursos a gobiernos regionales con criterios de igualación, que permitan reconocer las disparidades institucionales que existen entre gobiernos subnacionales para prestar un mismo servicio a la comunidad. Lo que parece un slogan, “que de lo mismo donde se nace y se vive”, debe traducirse en políticas públicas nacionales que avancen en la dirección de tener una homogeneidad de bienestar, es decir, que independientemente donde se viva, la calidad de los servicios públicos tienda a ser de igual calidad.
En este 2024, hay muchas mas razones para estar expectantes frente a un proceso de descentralización irreversible, que para estar pesimistas sobre nuestro futuro en esta materia. Hemos avanzado no lo suficiente, pero tengo la certeza que existe una ruta sobre la cual impulsar el desarrollo de regiones y comunas.