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viernes, octubre 18, 2024
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La familia, el trastorno del espectro autista y su impacto en las habilidades sociales

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Por Dr. Franco Lotito C.
Conferencista, escritor e investigador (PUC)

“El cerebro de las personas con autismo, tiene un sistema de procesamiento de la información que es distinto al de otros seres humanos” (F.L.C.).

El Trastorno del Espectro Autista (cuyo acrónimo es TEA) representa a un amplio abanico de manifestaciones psicológicas, siendo el tema de las habilidades sociales una de las áreas más complicadas y desafiantes para las personas con TEA.

La variabilidad que existe al respecto de este trastorno, implica que cada persona afectada tenderá a mostrar un perfil de carácter único en cuanto a fortalezas, dificultades y necesidades, lo que significa que el impacto en relación con las habilidades sociales también será diferente y particular para cada caso.

Por lo mismo, el experto en autismo, José Ignacio Leyda Menéndez, se plantea la siguiente e importante pregunta: “¿Cuál es el impacto del autismo en las habilidades sociales y cómo se puede apoyar el desarrollo de estas habilidades en las personas que sufren de este trastorno?”.

No cabe duda alguna, que las habilidades sociales resultan ser fundamentales cuando un individuo determinado desea alcanzar una interacción interpersonal con los demás que sea efectiva y gratificante. En este sentido, en aquellas personas con trastornos del espectro autista tiende a producirse una serie de dificultades en relación con la interpretación de señales sociales de carácter no verbal, tales como intentar “leer” el lenguaje corporal o interpretar y descifrar las expresiones faciales de aquella persona que se tiene al frente, algo que, muy a menudo, redunda en la generación de malos entendidos, o bien, en una pobre y menos efectiva comunicación.

Asimismo, se pueden presentar una serie de desafíos y retos en la comprensión y manejo de las propias emociones y de las emociones de los demás, afectando de esta manera la capacidad del sujeto de empatizar con otro individuo y de responder con reciprocidad en las relaciones interpersonales, no sólo en lo relacionado con personas extrañas, sino que también al interior de la propia familia. Al respecto, es preciso destacar –y recordar– que las personas con TEA tienen un “sistema operativo cerebral” que es distinto al de las personas que no tienen TEA

Adicionalmente, las personas con TEA pueden manifestar intereses muy intensos y específicos de carácter –en ocasiones– casi obsesivos, lo que podría limitar las actividades y conversaciones a esos temas exclusivos, dificultando la diversidad temática en las interacciones de carácter social.

No obstante lo anterior –y a pesar de estos constantes desafíos– resulta crucial ser capaces de reconocer que tener TEA no implica, necesariamente, una falta de deseo en la persona de interactuar o de mantener relaciones interpersonales con otros individuos. Tanto es así, que muchas personas con TEA desean –de manera ferviente– hacer amigos y poder conectarse con otros, aunque para ello tengan que enfrentar una serie de barreras con la finalidad de poder hacerlo de “manera convencional”, entiéndase “normal”.

Con el objetivo de apoyar el desarrollo de habilidades sociales en personas con TEA, resulta fundamental adoptar un enfoque personalizado y que esté basado en ciertas fortalezas y principios claros de funcionamiento. Revisemos algunas de las estrategias que nos entrega el psicólogo José Ignacio Leyda, quien, además, tiene un Master en Dirección y Gestión de

Centros Educacionales:

1. Intervención temprana y educación especializada: esto se relaciona con una serie de programas que han sido diseñados especialmente para niños y niñas con TEA, los cuales pueden ayudar a estos menores a desarrollar habilidades sociales desde una edad temprana, ya que utilizan métodos y estrategias que se ajustan a sus maneras únicas de aprender, interactuar y comunicarse.

2. Grupos de habilidades sociales: estos grupos proporcionan un entorno seguro y estructurado, donde las personas con TEA pueden aprender y practicar habilidades sociales con sus pares, bajo la guía y supervisión de profesionales formados.

3. Uso de intereses específicos: el proceso de integrar los intereses de las personas con TEA en las conversaciones o en las actividades grupales puede ser muy útiles como “puente de unión” para fomentar la interacción social.

4. Enseñanza de interpretación de señales sociales: se relaciona con programas que se centran en enseñar explícitamente cómo interpretar y responder a señales sociales, tales como expresiones faciales, tono e inflexiones de voz, lenguaje corporal, etc.

5. Apoyo familiar: las familias que están bien informadas y preparadas, representan un gran apoyo en el proceso formativo, crecimiento y desarrollo integral de los menores con TEA. La inclusión de la familia en el proceso terapéutico es crucial y asegura la consistencia y relevancia del aprendizaje social en el entorno del hogar.

6. Adaptaciones ambientales y apoyo por parte de la comunidad: el acto de crear entornos inclusivos en escuelas, lugares de trabajo y espacios comunitarios que reconozcan y que se acomoden y/o adapten a las necesidades de las personas con TEA resulta ser otro factor relevante en la vida de estas personas, por cuanto, de esta forma se promueve de manera activa su participación, integración e interacción social.

Digamos, finalmente, que las personas con autismo utilizan su cerebro de una manera distinta que las demás personas, lo cual, explicaría, por qué razón, algunos de ellos tienen extraordinarias capacidades para recordar datos e información de diversa naturaleza, hacer cálculos matemáticos complicados, dibujar diversos objetos con un detalle que asombra, etc. Estas son algunas de las tantas conclusiones a las que llegó un estudio realizado por científicos de la Universidad de Montreal, en Canadá.

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