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jueves, octubre 17, 2024
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Renacer del Bosque de Mashue: Cómo un jardín rural revitalizó su comunidad tras la pandemia

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En el marco del Fondo de Medios 2024, presentamos una serie de reportajes titulada "Reactivando la infancia: la importancia de la educación inicial", que cuenta con el financiamiento del Fondo de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y el Consejo Regional. Esta serie explora cómo la educación inicial se ha convertido en un motor clave para la recuperación y resiliencia de las comunidades en Chile, especialmente en la región de Los Ríos, tras la pandemia. A través de innovaciones pedagógicas y conmovedoras historias de superación, profundizaremos en cómo se está reconstruyendo el tejido social y revitalizando la infancia en esta “nueva normalidad”.

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La educación inicial en Chile, y específicamente en la región de Los Ríos, ha sido fundamental para la recuperación y resiliencia de las comunidades tras la pandemia. Ante los desafíos del confinamiento y la brecha digital, las instituciones educativas de la región implementaron innovaciones pedagógicas para asegurar la continuidad del aprendizaje en los más pequeños. Se adoptaron estrategias como la entrega de materiales educativos a domicilio, programas radiales y televisivos adaptados para la educación inicial, y el uso de plataformas digitales cuando era posible. Estas iniciativas involucraron activamente a las familias, fomentando una mayor participación de padres y cuidadores en el proceso educativo y fortaleciendo el vínculo entre el hogar y la escuela.

Historias de superación en la región de Los Ríos evidencian cómo educadores y comunidades unieron esfuerzos para reconstruir el tejido social. En zonas rurales y urbanas, docentes establecieron redes de apoyo para acompañar a los niños y sus familias, superando obstáculos como la falta de acceso a internet o recursos limitados. Estas acciones no solo permitieron continuar con el proceso educativo sino que también promovieron la resiliencia comunitaria y la solidaridad. La educación inicial se convirtió en un espacio clave para atender las necesidades emocionales y sociales de los niños, contribuyendo significativamente a la recuperación post-pandemia en la región.

Capítulo 1: El Jardín Infantil Renacer del Bosque de Mashue: ¿Cómo superaron la pandemia y fortalecieron su comunidad educativa?

En la tranquila localidad de Mashue, en la comuna de La Unión, el Jardín Infantil Renacer del Bosque ha emergido como un ejemplo de resiliencia y adaptación frente a los desafíos impuestos por la pandemia de COVID-19. Sonia Vargas, encargada de este establecimiento educativo, y Leonor Cheuquián, apoderada y residente de la localidad, comparten cómo el equipo y las familias lograron convertir obstáculos en oportunidades para el crecimiento de los niños y la comunidad.

Adaptación en Tiempos de Pandemia

La llegada de la pandemia representó un desafío significativo para el Jardín Renacer del Bosque. “Fue muy complicado porque, si bien la JUNJI tenía los medios para entregar orientación a las familias, como la APP Mi Jardín JUNJI, en las localidades rurales es complejo por la señal inestable”, explica Sonia Vargas. Muchas familias carecían de la capacidad para descargar aplicaciones en sus teléfonos, lo que obligó al equipo educativo a reinventarse.

Leonor Cheuquián, madre de una niña que comenzó su experiencia en el jardín durante la pandemia, comparte: “El equipo educativo trabajó con nosotros como familia a través de WhatsApp. Ya que es una localidad rural, la señal es inestable, entonces no se pudo trabajar de otra forma. Fue una facilidad para ellos y para nosotros trabajar por esta vía”.

A través de WhatsApp, el equipo educativo enviaba documentos de Word con sugerencias de aprendizaje. “Nos enviaban videos educativos donde nosotros teníamos que realizar las actividades como familia. Y así también les enviábamos videos y fotos de las actividades que realizábamos”, comenta Leonor. Este intercambio constante fortaleció el vínculo entre el jardín y las familias, asegurando la continuidad del proceso educativo.

El sello del jardín, el cuidado ambiental, se mantuvo presente a través de la creación de material educativo con elementos reciclados. “El equipo educativo nos enviaba material reciclable donde nosotros trabajábamos. Todas las actividades fueron realizadas con material que estaba acá en el lugar, entonces todo estaba a mano de nosotros como familia”, señala Leonor.

Sonia Vargas añade que “muchas actividades se llevaban a cabo en espacios abiertos. Aprovechamos el potencial de la huerta, el cuidado de los animales”. El enfoque se centró en observar el entorno de los niños y enfocar el aprendizaje para que fuera pertinente y significativo.

El desafío de la conectividad

Ambas coinciden en que la falta de conectividad fue uno de los mayores obstáculos. “Es complicado el tema de la señal en el sector, porque es una localidad muy apartada de la ciudad y la señal no es buena”, indica Leonor. “Sobre todo en invierno, pasamos semanas de repente sin señal. Entonces es bien complejo”.

Este problema no solo afectó al jardín sino también a otros niveles educativos. “Yo tengo un niño mayor en el colegio, entonces todo se complicó”, señala Leonor. A pesar de estas dificultades, el compromiso del equipo educativo y la flexibilidad de las familias permitieron mantener el proceso educativo en marcha.

La dedicación del personal del jardín fue fundamental para sobrellevar la situación. “Fue una experiencia buena, nos sentimos apoyados”, expresa Leonor. A pesar de que su hija no había conocido el jardín de forma presencial antes, la adaptación fue positiva. “Entré justo cuando mi niña llegó al jardín, estaba en pandemia. Aunque no había vivido lo presencial, nos sentimos respaldados”.

Tras un periodo de cierre, el jardín reabrió sus puertas gradualmente, siguiendo las directrices de la JUNJI y las autorizaciones de las familias. “Cuando volvieron algunos niños y los que quedaban en casa, nosotros seguíamos entregando orientación. No podíamos dejar a un porcentaje sin aprendizaje”, enfatiza Sonia.

El regreso presentó nuevos desafíos. “Fue complicado porque debíamos usar mascarilla, y algunos niños se asustaban. Había que mantener cierta distancia entre los párvulos, y ellos querían jugar”, recuerda Sonia. Sin embargo, con paciencia y adaptaciones, el equipo logró que el proceso fuera más amigable hasta retomar la normalidad.

Superando el ausentismo y fortaleciendo la comunidad

A pesar de que La Unión es una de las comunas con mayor ausentismo a nivel regional, el Jardín Renacer del Bosque experimentó una situación opuesta. “Ahora podemos decir que tenemos más párvulos que antes. La matrícula ha ido incrementando”, señala Sonia con satisfacción.

Este aumento se atribuye al boca a boca y a las experiencias positivas compartidas entre las familias. “La experiencia que han tenido las familias, a medida que van egresando, comparten: ‘¿Sabes que yo estuve con mi hijo en tal jardín? Pasó tal circunstancia, fue esta experiencia'”, explica la encargada.

Leonor confirma este efecto: “Fue una experiencia buena. A pesar de las dificultades, el apoyo del jardín nos motivó a continuar y recomendarlo”.

Hoy, el Jardín Infantil Renacer del Bosque refleja una realidad positiva y esperanzadora. “Puedo decir que estamos de vuelta de la pandemia totalmente respecto al proceso educativo”, afirma Sonia. La matrícula supera incluso los niveles anteriores a la pandemia, evidenciando la confianza y el compromiso de la comunidad con el proyecto educativo del jardín.

La experiencia del Jardín Renacer del Bosque es una prueba clara que, con creatividad, adaptación y trabajo en conjunto, es posible superar las adversidades y fortalecer el tejido educativo y social. Sonia Vargas y el equipo educativo de JUNJI continúan comprometidos con brindar un espacio seguro y enriquecedor para los niños de Mashue, consolidando el jardín como uno de los pilares de la comunidad.

 

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