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jueves, septiembre 19, 2024

La nueva alfabetización

Este año, el Día Internacional de la Alfabetización hará hincapié en la enseñanza de las palabras y el aprendizaje durante la crisis del COVID-19, subrayando el papel desempeñado por los docentes y la evolución de las pedagogías.

Por Laura Mangifesta
Directora de Comunicación en Mumuki

¿Cómo ha cambiado la forma de enseñar en el último tiempo? Es innegable que la pandemia estrechó los lazos con la tecnología. Niñas, niños y jóvenes han estudiado durante todo el 2020 desde sus hogares. Meet, Zoom y Teams han pasado a ser las aulas de clase. Los computadores, las tablets e incluso los celulares, herramientas imprescindibles para conectarse. Esto plantea nuevos desafíos que no solo apuntan a cómo los estudiantes utilizan un hardware o software determinado, sino a cómo se relacionan con estos recursos de manera segura y, fundamentalmente, a cómo aprenden y se apropian de las tecnologías digitales y las integran de forma significativa a sus actividades cotidianas.

¿Por dónde empezar entonces? El acceso a un dispositivo es una de las primeras barreras en la inclusión y la alfabetización digital. Algo que aún reviste un gran desafío para Chile. Mientras que en el grupo socioeconómico más alto casi la totalidad (92,9%) tiene acceso a un computador, notebook o laptop, el 64% de la clase media y solo el 38,2% del segmento más popular cuenta con alguno de estos equipos, según consignó hace algunos meses un medio de comunicación nacional.

La diferencia también es notable en el acceso a internet. Solo un 49,6% de las zonas rurales utiliza esta herramienta, versus el 76,1% en las ciudades. Además, 5 millones de personas en Chile no tienen internet en el hogar y más de 6 millones tienen celulares de prepago.

Lo anterior plantea que cualquier proceso de alfabetización digital, requiere necesariamente de una acción concreta para acortar las brechas tecnológicas. Una tarea inminente para todo país que considere la enseñanza del pensamiento computacional como una actividad democratizadora, que debe llegar a todos sus ciudadanos y ciudadanas, comenzando por las y los más pequeños.

Dicho proceso debiera ser parte de una política pública que contemple, ineludiblemente, la educación en el uso seguro y responsable de la tecnología para lograr obtener información relevante, puesto que facilitar el acceso a un dispositivo y disponer infraestructura o conectividad son requisitos necesarios, pero insuficientes para alcanzar la inclusión digital.

¿Por qué la urgencia? Porque si entendemos la enseñanza del pensamiento computacional como una nueva alfabetización, es necesario iniciar el camino para promover este aprendizaje en las escuelas y con ello contribuir a la formación de ciudadanos educados y sustentables en el mundo actual, objetivo principal de la conmemoración del 8 de septiembre, que nos recuerda que facilitar la lectoescritura constituye un factor de dignidad y de derechos humanos, construyendo con ello sociedades más instruidas y sostenibles.

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